Hace poco que he visto en prensa que un escritor llamado Roberto Saviano vive amenazado por la camorra napolitana por haber desvelado los entresijos de sus actividades en su libro Gomorra, al que todavía no he podido hincar el diente, todavía, pero del que se habla como candidato al premio Pulitzer.
Conociendo Napoli en cierto grado, si bien no tuve la "fortuna" de conversar con ningún camorrista confeso, sí constaté en carne propia la cantidad de similitudes que la idiosincrasia napolitana y la gaditana mantienen.En ambas ciudades, salvando dimensiones y proporciones se respiran a partes iguales alegría, bullicio, tristeza e historia. Pero Napoli tiene algo más de suerte en el fondo, al menos sus mafiosos despiertan el interés literario y cinematográfico, y hacen películas y libros estupendos sobre ellos, en los que salen trajeados, elegantes,conduciendo coches caros y durmiendo con malas mujeres que fuman y hablan de tú.
En cambio aquí en Cádiz no tenemos tanta suerte con nuestros capos locales. Nadie en su sano juicio pagaría un leuro por ver una película o leer un libro en el que, por inventar un personaje, un preboste corrupto de la familia Pizarrini gaditana, escuálido, canoso, imbécil e iletrado, que se viste como un retrasado con daltonismo, confunde a Groucho con Carlos Marx y es tan inutil que hasta sus enemigos celebran su permanencia, fuera uno de sus protagonistas.Bueno igual a Santiago Segura si que le interesa.