Sé que parece raro, escribir cartas a alguien a quien apenas conoce uno, pero me da igual. Con lo que sé de Pablo, me hago un traje. Sé que entre sus parietales alberga un infinito compendio de sensibilidades y cosas que resulta preferible ver a través de los números, se que es joven y por lo tanto obligatoriamente inexperto en las maravillosas incertidumbres de la vida, sé que tiene suerte y se resiste a exprimirla, que desconoce lo efímero de las primeras emociones verdaderas,el valor de lo que se deja atrás, el placer de la aventura de construirse a uno mismo bien lejos, el infinito número de posibilidades que el mundo puede mostrarle si se deja, el peso de las oportunidades que dejamos atrás, lo dura que puede llegar a ser la soledad, el insondable valor de la aventura, y de la nostalgia, el peso de los sueños; lo imprescindible de caer y de aprender a levantarse, el innegable hecho de que cuesta más superar lo que dejamos pasar que los errores cometidos, la cordura que aportan ciertas locuras, el perímetro de las felicidades, solo calculable tras haberlas vivido, el área de los sueños, las diferentes raices de un beso, y todos esos consejos que tanto me costó arrancarle a la vida y ahora le regalo envueltos en una canción en forma de eficiente refugio.
1 comentario:
Qué grande eres Fernando.
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